martes, 2 de diciembre de 2008
"Soy torero desde antes de nacer"
Ruiz Manuel es el mataor de toros más reconocido de Almería. Ha sufrido varias cogidas, pero ninguna de gravedad. Para este almeriense las cornadas no sólo se reciben en el ruedo, también en los despachos
"La noche anterior a la corrida generalmente duermo, me sienta bien dormir, aunque a veces no lo consigo. Y no condiciona la categoría de la plaza o el momento, es la responsabilidad de estar bien lo que quita el sueño. Sin embargo, cuando no puedo dormir es después, aunque haya salido bien empiezan a venirte todas esas cosas que has vivido y que no eres capaz de explicarlas en ese momento, empiezan a venirte a la memoria sensaciones. Si estamos de viaje, cojo el volante y todo el mundo se echa a dormir mientras yo sigo dándole vueltas a la cabeza".
Ruiz Manuel habla pausado igual que su toreo, igual que su designio en el mundo de los toros "yo supe que iba a ser torero de verlo en mi casa, mi padre quiso ser torero y en mi familia el ambiente ha sido muy taurino. Pero cuando me conciencio de que yo quería ser torero fue al sentir envidia sana de los maestros que veía en el ruedo, en ese momento me di cuenta de que yo tenía que ser parte de esa fiesta". Y a fe que lo es desde que en el año 1987 mató un becerro vestido de luces y con público. Luego, después, ya hecho al albero, tomó la alternativa con veintitrés años en el año 1995.
Cuándo no se sabe quién, suele decirse que alguien, tal vez un currista de Curro, rubricó la frase de que hay toreros y matadores de toros, que parece lo mismo pero no lo es y no hay tertulia taurina que se ponga de acuerdo en tan fundamental asunto. Ruiz Manuel es torero y matador de toros, de los que pisa el ruedo, palpa el ambiente, y capta lo que transmite el público al iniciar la puesta en escena del paseíllo.
Antes, en el frigorífico de la soledad, "son momentos muy tensos, son momentos delicados que ni uno mismo sabe que es lo que le apetece. Ciertamente te preocupa bastante y te cambia el estado de ánimo, te cambia tu carácter a veces y, entonces, las personas que te rodean, pues son personas que te conocen y saben llevarte, saben dejarte un poco. Yo reconozco que me pongo un poquito intransigente y entonces me soportan algunos arreones que pego, pero para mi son mis personas que yo sé que siempre están ahí conmigo".
Pasan las horas, los aficionados ocupan la plaza, se encienden los puritos. Ruiz Manuel musita por lo bajo: "los momentos más difíciles son cuando me estoy vistiendo, justamente antes de vestirme. Una vez que me enfundo en el vestido de torear ya me siento fuerte y ya se crea la película real de lo que va sucediendo. El momento de ir al patio de cuadrillas es bonito, porque recuerdo haberlo visto desde que era pequeño con el entusiasmo de ver llegar al torero a la plaza. Me pongo en ése papel y me alegra que haya gente que me espera con esa misma ilusión". Y con la almohadilla a mano, no sea qué.
Por un momento Ruiz Manuel se abstrae en algún recuerdo, en alguna eternidad bienaventurada de capote y muleta sin fin "es un estado en el que se rebasa la barrera del peligro, que existe porque se crea complicidad entre el toro y tu, porque hay un diálogo, una conversación, hay una fusión. Cuando se consigue eso, no sabes a veces ni que hay público; estás pendiente de percibir sensaciones que son muy lindas, esas que hacen sentirte orgulloso y perseguir ser artista. Es, quizá, el momento en que logras el arte pleno del toreo porque es un sentimiento total". Ruiz Manuel es de los convencidos de que merece la pena una vida si hay relámpagos de éxtasis, a pesar de las cornadas, porque haberlas, las hay, "tengo cogidas, pero ninguna de gravedad. Yo cuento la anécdota de que me sentí orgulloso de la primera cornada que tuve y cuando me estaban curando le dije a mi cuadrilla: ya soy torero". Cuando antes, los maletillas decían que más cornadas daba el hambre; ahora, el hambre da pateras.
Las cornadas, según el parte médico, se dan en los despachos, "lo que duele es que cuando triunfas las empresas no te tienen respeto, y uno no piensa en abandonar pero sí se desilusiona, porque el público no sabe, no se puede hacer una idea de las ilusiones y la dedicación que le presta un torero a su profesión, no sólo por dinero que más lo hay en el fútbol, ahora hay que decir que ganas más dinero que un futbolista, sino por la falta de respeto. En el mundo del toro si hay dinero, pero también es cierto que se lo llevan los primeros del escalafón". Pese a todo, Ruiz Manuel prefiere hablar de estos asuntos en los medios con las zapatillas firmes y la suerte de poder a poder.
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