Desde el pasado día 7 de marzo la circulación por autopistas y autovías tiene limitada la velocidad máxima a 110 km/h. España se distancia también en este punto de los países más avanzados de nuestro entorno y se nos devuelve a escenarios de los años 70. Tengo la sensación que la polémica generada por la fiebre prohibicionista de este Gobierno ha ido a más por la falta de solidez de los argumentos oficiales y por el aire de improvisación que rodea a estas iniciativas. Baste, como ejemplo, el desbarajuste en el cambio de las señales de tráfico, donde igual se da una pegatina completa, u otra de un solo número, o una cubierta con imán, o con silicona, o se cambia la señal completa. La imagen es cualquier cosa menos seria, eso, desgraciadamente, se exporta al exterior, lo cual comporta que nuestro país cada vez es menos considerado en las relaciones internacionales.
Jesús Martínez Madrid
lunes, 28 de marzo de 2011
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