LAEDICION.NET.-:/ Redacción.-El camino hasta esta derrota comenzó en la Diada, con
el gobierno de CiU
volcado
en la manifestación independentista
que recorrió el centro de Barcelona el
pasado 11 de septiembre. Pocos días después, Artur Mas lanzó el órdago de
adelantar
las elecciones
, alegando el rechazo del Gobierno central al pacto fiscal,
que incluía una Hacienda propia en Cataluña. Sus exigencias subieron de nivel:
la intención era ahora convocar un referéndum sobre la independencia catalana
al margen del Congreso.
A partir de ahí, Mas enfocó toda su estrategia en invocar los "derechos
democráticos" del pueblo catalán y defender su derecho a pronunciarse.
Continuó adelante pese a no conseguir
ningún
apoyo dentro de la UE
. Pero su intención de que la independencia, y no la
crisis, monopolizaran el debate se truncó al final de campaña con la aparición
de un
borrador
policial
sobre las corruptelas en su partido que le apuntaban directamente
a él. Las encuestas, a final de semana, le situaban ya debajo de la mayoría
absoluta que perseguía. El voto escrutado ha terminado de confirmar que se
equivocó.
Su resultado eclipsa
otro fracaso, el del
PSC,
que ya se daba por descontado. Pierde ocho escaños y 75.000 votos, y el
discreto
resultado del PPC, que aún siendo el mejor resultado cosechado en una
autonómicas sólo sube un escaño, pese al desplome de los que son, a priori, sus
dos grandes rivales, PSC y CiU. Sólo tienen motivos para alegrarse
los
independentistas de ERC, que recogen el descontento con CiU y
mantienen la
mayoría
independentista en el Parlamento catalán
gracias a sus 21 escaños y, sobre
todo,
Ciudadanos,
que triplica sus escaños
respecto a 2010. También son buenos los resultados
de ICV, con 13 escaños (tres más que en 2010) y de CUP, que entra en el
parlamento con tres diputados.
El resultado obtenido por Mas supone un
rotundo fracaso personal:
su electorado ha dado la espalda a su proyecto tras convertir la causa del
referéndum sobre la independencia en el eje de su campaña. Prácticamente cada
proclama lanzada en estas semanas se vuelve en su contra a la luz de los
resultados: su llamamiento a una mayoría amplia para convencer al Gobierno
central de las bondades de su proyecto,
su
eslogan apelando a la voluntad del pueblo
e incluso su manera de arroparse
en la bandera y en el "catalanismo" ante las críticas de la oposición
y las informaciones en prensa. El enfoque personalista que ha dado Mas a la
campaña le deja pocas opciones más que
la dimisión. Más
todavía después de las acusaciones de
corrupción que han
protagonizado la última parte de la camapaña electoral.
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