Daniella
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Es de dominio público que la costa mediterránea española se ha convertido en
el hábitat de un número indeterminado de grupos mafiosos europeos, sobre todo
de países del Este. Si al principio se trataba de un fenómeno localizado en la
Costa del Sol, la eclosión de otros enclaves turísticos ha diseminado la
presencia de estas organizaciones. Así, no resulta sorprendente la operación
que ayer inició la Guardia Civil en Lloret de Mar, saldada de momento con
cuatro detenidos. Las pesquisas apuntan al posible blanqueo de 56 millones de
euros en dos años parte de la red, comandada por el ruso Andrei Petrov y
entroncada con Semion Mogilevich, tenido por el mayor mafioso mundial de esa
nacionalidad y uno de los 10 criminales más buscados por el FBI.
Si ya resulta inquietante que en la Costa Brava haya encontrado acomodo y
refugio este tipo de delincuencia, la preocupación aumenta con los serios
indicios de que personas del Ayuntamiento de Lloret han sido corrompidas por la
trama. Las facilidades que tuvieron empresas (legales) de los mafiosos para
abrir negocios, y la obtención de concesiones públicas resultan ahora más
sospechosas. Y es inevitable recordar que el que fue alcalde de Lloret, Xavier
Crespo, fue señalado judicialmente por ingresos irregulares de la sanidad
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