Con tres cuartos de entrada se han lidiado toros de Torrealta, de mal juego y presentación.
Morante de la Puebla, ovación en su lote
José Mª Manzanares, ovación en su lote
Miguel Angel Perera, oreja y ovación.
REDACCIÓN.-A.RICO.-Tres cuartas partes del aforo, puede que escasas, para esta 5ª de Abono de la Feria de Agosto de Almería -para llenos, sólo Tomás- y eso que el cartel no podía ser más atractivo, habida cuenta que Torrealta venía precedida de una buenísima impresión por el encierro enviado a Roquetas de Mar en la pasada temporada, en el que la presencia, la edad, el juego y la suerte de varas vimos en toda su extensión.
Pues si aquello vimos en Roquetas, hoy en Almería ha sido la otra cara de la moneda, y eso que el ganadero aseguraba como mejor aún, lo de hoy. Algo menos presumíamos nosotros, ya que de entrada la corrida era más corta de edad y en cuanto a tipo, sólo dos ajustados a los presentados en Roquetas, que no sé ya si eso es lo que busca el ganadero. Todos se acabaron en la primera vara, excepción hecha del tercero; algunos con la boca cerrada, cierto, pero “paraos”, indolentes, naúfragos y defendiéndose, comportamiento en que se transformó la poquita bravura “tonta” que pudieran tener en su fondo. Algunos no debieron pisar la arena por su falta de trapío, presencia y escasas defensas. He escrito “trapío”, pues sí; entre bronca y bronca, los tendidos coreaban “Chopera, trapío” y “Chopera, mentira”; todos, menos el tercero, fueron pitados en el arrastre. Mal para para Borja de Prado, el ganadero; peor aún para Chopera, quién ha entrado en una etapa de meritoriage en la que le van a tener más cosas en cuenta.
Morante de la Puebla es recibido con exigencias, pero nada más abrirse de capa esto se olvida, ya que con el carbonerillo de pelo que abre plaza, la estética del toreo se hace patente, mas no la conjugación de las suertes ante la brusquedad del burel que ya se defiende antes del castigo; marronazo y varita medida, es gordo de más y por ello la faena de muleta no tiene continuidad, ligazón, emoción ni limpieza; algún adorno de recurso airoso y anotó un molinete, menos belmontino en el que el último vuelo sale de pitón a pitón en la cara del toro, haciéndome soltar un “bien”; son los molinetes que me gustan, menos sobre las piernas, menos en chicotazo y más toreando; entera en suerte natural y ovación. En el segundo, castigado en varas en la puerta donde le pegan, endilga unos ayudados por alto hasta el platillo que nos hacen presagiar lo mejor, pero al remate pierde las manos, al humillar en la primera serie con la derecha da una vuelta de campana, el físico no puede con el corazón del animal, que es el que más se parece al concepto que tenemos de esta ganadería, se acaba todo, aún sin abrir la boca, una entera insultante en los blandos y ovación. José María Manzanares, ante la poquita cosa que era su primero, un “Inconsciente” ese era su nombre, sin cuajo y de 503 Kg. de sufrida báscula electrónica, y ese era su comportamiento; no entendemos como se puede salir a la plaza con ese coeficiente de bravura y ese cuerpo de cucaracha fumada; “que trapío, Chopera” eran los gritos; se luce en banderillas Trujillo en los únicos arreones del “torrealto” y es obligado a desmonterarse; la faena de muleta que intenta Manzanares no tiene sentido pese a su porfía, no hay toro; pinchazo y volapié (toro parado) caidilla la espada y ovación.
Con el segundo, el sobrero del mismo hierro, lo lancea con entrega y con una revolera lo pone en los medios; vara y Curro Javier se desmontera tras parearlo, hay sensibilidad en la plaza; a la muleta en la derecha, el toro como sonámbulo, va y viene con su boquita cerrada, cayéndose en cuanto se le obligaba, sin emoción ni casta; hay pases de todas las marcas en los que la voluntad está por encima de la enjundia; con la voluntad no cumple una figura del toreo, hay que enfrentarse a más toro y no exigir estos simulacros a las empresas, que por otra parte van a lo suyo, el dinero; entera arriba y ovación.
Miguel Angel Perera, al que le vienen dando “tabaco” últimamente, no desfallece aunque su físico inevitablemente presenta muestras -la color sobre todo- de necesitar algo más de recuperación; como todos reaparece sin una convalecencia total; pero como quien tiene que correr es el toro, pues Perera muy en lo suyo, al primero lo mete en la boca de riego con unos lances con toques que recogen y dos medias que ponen la plaza en pie; se puede producir el milagro?, y se produjo; ya que el único toro que dio la cara, éste con la boca abierta, desde la justita vara y el magnífico quite por chicuelinas, sin olvidar lo bien que entró a los cuarteos de Joselito -se desmonteró- lo tenía Perera delante; qué temple, qué suavidad, qué ritmo y qué quietud del de la Puebla del Prior (saludo a ese pueblo ganadero) eso sin olvidar los cambiados por la espalda con que recibió al “sastrerito” valiente y bravo que se salvó del “cocimiento galopao” de El Toñanejo que es el nombre de la finca donde se han “criao” sus ingredientes; en suerte contraria, coloca una entera corta, que pone el toro a disposición de las mulillas para que estas lo arrastren, mientras los aplausos de este público que va a más le rinden pleitesía; oreja con insistente petición de la otra que el usía, era la suya, no concede. Mejor una con peso, pesa más. Al el segundo, de vara recargando, complicadillo y agresivo, que enseguida comenzó a defenderse, puede que le faltara otra vara, lo lleva a los medios con muletazos mandones por uno y otro pitón y ahí pudo residir el planteamiento inadecuado, ya que el toro se vio podido y la pelea presagiada se esfumó; tampoco Perera hizo un gran esfuerzo por aguantar los primeros punteos, no obstante consigue algún muletazo corriendo la mano, pero ya era tarde incluso para el arrimón, el animal se raja y Miguel Angel opta por ejecutar en suerte contraria, una caidita que provoca una fuerte petición.
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