En los últimos años se ha extendido y generalizado el uso del término biocombustible para referirse a cualquier tipo de combustible que derive de la biomasa.
A nadie se le escapa que el fomento de estos combustibles como fuente de energía primaria en sustitución de los combustibles fósiles haya provocado importantes cambios en los sectores productivos, tanto agrícola, como forestal.
Los conocidos como biocarburantes de segunda generación, obtenidos a partir de biomasa, pueden incrementar hasta un 90 por ciento la reducción de emisiones perjudiciales para la atmósfera.
A diferencia de los de primera generación, los biocarburantes de la segunda generación se producen a partir de biomasa lignocelulósica, es decir, residuos agrícolas como la paja del cereal, residuos forestales o cultivos energéticos como el chopo o el cardo. Y es que la agricultura, además de ser la fuente de producción de alimentos es también fuente de energía.
Domingo Martínez Madrid
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