Esta mañana, en una revista de barrio, me he topado con el anuncio de una conocida marca de caramelos. En él, una mujer semidesnuda sobre un hombre atado y con una venda en los ojos, le introduce caramelos en la boca. El lema: “Nunca el frescor fue tan ardiente” nos ilustra cómo sacar mejor partido al sabor del producto: quitarnos la ropa y buscar a un sujeto que se preste a este juego casi de prostíbulo, (aunque no parece que sea el mejor modo de alentar a los nuevos clientes). Antes los caramelos eran cosa de niños, golosinas usadas como premio o recompensa. Hoy, gracias a una sensualidad invasiva han pasado a formar parte de un juego de cama. ¿Qué fue del acto banalmente inocente de endulzarse la boca? ¿Es que hay caramelos para mayores de 18 años y yo sin enterarme o es que los creativos y publicistas lo ven todo en clave de sexo?
María Ferraz
miércoles, 20 de octubre de 2010
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