lunes, 25 de octubre de 2010

Pedro Ruiz, candidato a la Alcaldía por PA+PSA


LAEDICION.NET.-La Alcazaba es el monumento más emblemático de la provincia de Almería, y al igual que en el pasado fue un símbolo, también lo es hoy. Antaño fue fortaleza frente a los invasores, ahora sufre el desprecio hacia nuestra tierra, por quienes sólo miran a Sevilla y a Madrid.

Siempre hemos dicho los andalucistas, que para recuperar nuestra identidad nacional, que es nuestra razón de ser, viene marcada por la reivindicación de nuestro patrimonio cultural, el material y el inmaterial. Esa es nuestra principal diferencia con los partidos centralistas o españolistas, y así lo hemos vuelto a demostrar recientemente, con la polémica en el Parlamento de Andalucía sobre la Alcazaba de Almería.

El PSOE había presupuestado en el año 2007, invertir en la Alcazaba de Almería 647.000 euros; luego, cada año, ha ido bajando esa cifra que no ejecutó, hasta llegar a 200.000 euros en el presupuesto de 2010, que tampoco ha ejecutado, al menos hasta ahora.

Además, este mismo año, la Junta de Andalucía, ha quitado la Alcazaba del catálogo de monumentos de nuestra tierra. Y lo ha pasado al de museos. Dicho de otra manera, la Alcazaba no es monumento para el Gobierno andaluz del PSOE; es un museo.

Siendo un museo, el parlamentario socialista por Almería, Juan Antonio Segura Vizcaíno, afirma que, "el museo natural de la Alcazaba es el Museo de Almería". Y sí, podría serlo, ya que mientas la Junta de Andalucía deja de invertir en este ¿museo? lo que presupuesta, sí que entrega 600.000 euros este año al Museo de Almería, que es de titularidad ESTATAL. Dicho de otro modo: ayuda al Estado con su museo, pero desatiende lo que es competencia suya.

Lamentable resulta que descubramos que las murallas de Jayrán son propiedad del Ministerio de Economía y Hacienda, pero la rehabilitación de la misma, la pagan entre el Ministerio de Cultura y la Junta de Andalucía. Dicho de otro modo, la Junta de Andalucía, también en este caso, acaba sometida; y en vez de exigir al Estado que invierta, lo paga a medias con él. No es serio.

Mientras, el Partido Popular, fuertemente agarrado al Ayuntamiento de la capital, en casi ocho años, se ha limitado a presentar propuestas. Y lo ha hecho en el segundo mandato. Es más, el tiempo pasa, y cuando estamos a pocos meses de las elecciones municipales, seguimos sin ver que el Plan Urban haga algo -o tenga claro qué quiere hacer, que ni eso hacen, ni tener ideas-, en el entorno del Casco Histórico por el que tienen que pasar los turistas.

Para nosotros, para los nacionalistas andaluces, todo lo que tiene ver con nuestra cultura es fundamental y prioritario, pero cuando estamos en un momento de crisis como el actual, lo que no entendemos, es que para esos otros partidos que nos malgobiernan, no vean en estas actuaciones una solución -o una ayuda a la solución- del cambio de modelo económico para salir de la crisis.

No se puede eternizar la rehabilitación de la Alcazaba, no se pueden tener dudas de qué es, no se puede tener cerrada los festivos, que es cuando hay más turistas, no se puede tener hecho un asco el recorrido hasta ella, no se puede eliminar elementos atractivos -como la tienda de recuerdos-, no se puede dejar aquello sin contenidos complementarios -como podrían ser más salas y mejor musealizadas-, no puede ser que la Junta de Andalucía sea rácana a la hora de invertir en ella, (pero luego le echa una manita al Estado para sufragar los gastos que le corresponden por ley...); no puede ser.

La Alcazaba es el símbolo, pero también la Iglesia de las Salinas, o el Museo Casa Ibáñez, por citar sólo otros dos focos de interés cultural que han sido actualidad en las últimas semanas.

El andalucismo representa eso, la lucha por lo nuestro, la rebelión ante el expolio cultural que, ahora más que nunca, es también el económico.
(Ampliar)

Javier Aureliano García
Secretario General del Partido Popular de Almería


Una vez pase la pasajera y efervescente oleada de entusiasmo con el que sus seguidores más acérrimos ha acogido el cambio de Gobierno realizado por Zapatero horas después de anunciar que no pensaba hacer algo parecido, millones de españoles nos seguiremos preguntando si este grupo de gobernantes está realmente preparado para sacar a España de la situación de crisis que atravesamos, precisamente, por su culpa. La respuesta es evidente: no. España necesita un cambio de Gobierno y no un cambio en el Gobierno. España necesita cambiar el modo de entender y gestionar el Gobierno, desde la seriedad y la austeridad y no un cambio de cromos pensando exclusivamente en razones internas y partidistas. En mi opinión, y en la de millones de españoles de dentro y fuera del Partido Popular, el señor Zapatero debería ser honesto consigo mismo (si ello fuera posible) y convocar elecciones para permitir que los ciudadanos cambien el gobierno. Por desgracia, los españoles asistimos con preocupación a una nueva improvisación de Zapatero, a una nueva aplicación del “como sea” y “en dos tardes” liquidando su Gobierno de un plumazo a los tres días de asegurar públicamente que sólo cambiaría al ministro de Trabajo. Y como suprema paradoja del estilo zapateril, ha entregado la cartera de Trabajo a una persona que, hace menos de un mes, estaba en la calle manifestándose en contra de la reforma laboral que ahora será el encargado de aplicar y hacer cumplir y que, para mayor sorpresa, fue el responsable de la liquidación por cierre del fiasco de la cooperativa PSV de su propio sindicato. Del mismo modo, ha suprimido los ministerios de Igualdad y de Vivienda, después de años de despilfarrar miles de millones sin ningún resultado. Llevado de una inquietante tendencia a rodearse de fracasados, Zapatero nombra ministros a políticos socialistas que no han tenido éxito en sus cargos anteriores. Así, Leire Pajín entrará al ministerio de Sanidad después de dejar el PSOE en estado casi Terminal, y tras perder las elecciones gallegas y europeas y después de acumular las peores encuestas de su historia. Trinidad Jiménez, después de suspender en dos ocasiones el ingreso en la Escuela Diplomática, es nombrada nada más y nada menos que Ministra de Exteriores, probablemente como recompensa a sus reiterados fracasos en las elecciones municipales y primarias de Madrid.

He dejado para el final de la lista a Alfredo Pérez Rubalcaba, que vuelve a acumular todo el poder y a ser portavoz del Gobierno. Exactamente igual que en los últimos años de mandato de Felipe González. En ese sentido, estoy seguro de que la historia va a repetirse con Zapatero, lo cual es un factor para sentirnos razonablemente satisfechos del nuevo ascenso de don Alfredo, que ya fue portavoz del Gobierno del GAL y de las escuchas ilegales.

Zapatero pierde, además, la oportunidad de crear un ministerio de Agricultura, lo cual demuestra el escaso aprecio que tiene por el campo español en general y por el almeriense en particular. De nada vale que los socialistas almerienses se feliciten ahora porque la nueva ministra de Medio Ambiente tenga mucho aprecio por Almería. El aprecio y el interés por los agricultores de nuestra tierra se demuestra considerándolos merecedores de todo el interés y no de un interés secundario en un ministerio de segunda.

Pero más allá del baile de nombres, lo más relevante de este cambio es que no es sino una maniobra política de Zapatero para ganar tiempo. Un tiempo que tiene como precio unos Presupuestos Generales que nuestro irresponsable presidente usa a cambio de apoyos políticos. Cuando el gobierno del PP necesitó apoyo político, hizo pactos de legislatura pero no pactos con los Presupuestos Generales del Estado. Sería muy revelador que todos los españoles pudiéramos conocer el fondo del acuerdo del PSOE con el PNV para evaluar así el coste real de este tiempo de prórroga que se ha comprado Zapatero con nuestro dinero.

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