martes, 25 de octubre de 2011

Me gustaría saber


Leí hace unos meses, en un periódico de tirada nacional, un articulo de Salvador Sostres, comentarista habitual, en el que decía que le “gustaría saber por qué a casi toda la derecha se le acusa de ser extrema y por qué la izquierda nunca es extrema, en un país en el que a los que no nos queremos doblegar a sus delirios, se nos dispara y tenemos que pedir perdón por simplemente respirar”. Seguía preguntándose el articulista “Por qué se continúa negando que fascismo y nazismo eran de raíz socialista y por qué el PP tienen que disimular que es de derechas, cuando España conoció con la derecha su mayor prosperidad política y social y en cambio, el PSOE puede seguir presumiendo de ser de un partido de izquierdas cuando todo lo ha hundido con sus recetas equivocadas y ha tenido que venir la derecha alemana a dictarnos el camino hacia la recuperación”.
Y me viene a la memoria este artículo por dos motivos: la primera, a raíz de la polémica suscitada por un articulo que el Director del Instituto de Estudios Almerienses le dedica a un periodista, que ha levantado y herido la sensibilidad del colectivo de periodistas e intelectuales, que no han entrado a valorar si al escribir esa misiva con tinte tradicionalista, no se si de la JONS o sin JONS, sólo pretendía reaccionar ante los insultos del ofendido de izquierdas, porque el ofendido de derechas tiene que callar y poner la otra mejilla, como Dios manda.. No voy a valorar si el uno se ha pasado dos pueblos y el otro no llegó, solo que la libertad de expresión de alguien de derechas se valora con la guillotina y ya no vale que pidas perdón, ni que te flageles, solo la cabeza te exculpa de tu pecado. La de uno de izquierdas es intocable, aunque se acuerden de la madre que te parió.
La segunda razón que me hace recordar ese artículo es que el Gobierno socialista no da pie con bola y las recetas que se sacan de la chistera para sacar al país de la crisis, son un fracaso total. La ultima: Pepiño Blanco anuncia que el Gobierno renuncia a vender el aeropuerto de Barajas y El Prat, seis días después de decir que si lo harían. Y es que el coste del crédito y las sospechas de corrupción han desactivado el plan. Es lo que hay.

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