lunes, 5 de enero de 2009

La cultura que se nos brinda

Muchos vemos el panorama de la cultura que se nos brinda; pero José
Ignacio Munilla lo escribe para todos (www.enticonfio.org) y lo hace
con este título: "Jesucristo, victoria del amor":

"Han pasado ya 2009 años, y nuestra sociedad continúa debatiéndose
entre la acogida y el rechazo a Jesucristo. El hecho de que su
nacimiento marque el centro -el año cero- del calendario occidental,
no quiere decir que Él sea, en la práctica, el fundamento de los
valores que construyen nuestra vida. Pero lo cierto es que en estos
dos milenios, la historia de la humanidad ha "progresado" en la medida
en que se ha abierto al mensaje del Evangelio; mientras que, por el
contrario, ha "retrocedido" cuando le ha dado la espalda.
El cristianismo transformó, en buena medida, la cultura cruel e
inmisericorde del Imperio Romano y del mundo bárbaro. La pobreza y la
debilidad, pasaron de ser un signo de maldición, a convertirse en un
reto para nuestra generosidad y en un cuestionamiento de nuestra falta
de humanidad.
Por ejemplo, en el caso concreto de la atención a los enfermos, con
la llegada del cristianismo comenzó la asistencia a los "incurables",
aquellos que hasta entonces, según la práctica habitual, eran
abandonados, e incluso expulsados fuera de los muros de la ciudad.
Antes de Jesucristo, no se concebía que la sociedad emplease sus
energías en acompañar y aliviar el sufrimiento de quienes carecen de
perspectivas de "futuro". El cuidado de los minusválidos, enfermos
mentales, moribundos, etc., terminó formando parte de la cultura
occidental, por influjo de la concepción cristiana de la existencia,
que reconoce en el ser humano una dignidad espiritual, más allá de su
salud corporal.
Sin embargo, a lo largo de estos dos milenios, también la cultura de
la muerte ha tenido numerosos valedores, como es el caso del filósofo
Friedrich Nietzsche, quien en la segunda mitad del siglo XIX impulsó
un pensamiento que ponía las bases para el posterior surgimiento del
nazismo, del comunismo y de otras visiones anticristianas de la
existencia.
Nietzsche despreciaba el cristianismo por haber difundido los ideales
de la compasión, la piedad, la humildad, etc. En opinión de Nietzsche,
todo ello es contrario a lo que él considera verdaderos valores: la
salud, la vitalidad, el poder, lo enérgico, el triunfo, etc.
La historia prosiguió su curso inexorable, y tras la dramática lección
extraída del nazismo y del comunismo, todo hacía pensar que Occidente
volvería a "progresar en humanismo", desde el redescubrimiento de sus
raíces cristianas. Sin embargo, llegado el final del siglo XX y el
inicio del XXI, nos encontramos con numerosos signos de alarma, que
amenazan con un "retroceso" hacia la cultura de la muerte, antaño
superada por el cristianismo.
¿Qué pensar de una cultura que reivindica la muerte –el suicidio
asistido- como un derecho? ¿Y qué sociedad estamos construyendo, en la
que se llega a considerar la vida como un "infierno", y a la muerte
como una "liberación"? Tal vez, la única característica novedosa de
esta nueva reformulación del paganismo anticristiano en la que estamos
inmersos, es que se nos presenta disfrazada de tolerancia y de
libertad. Ya no se trataría de expulsar a los débiles y desahuciados
de nuestra sociedad, sino de inculcar unos antivalores que les lleven
a convencerse de que están sobrando, de forma que sean ellos mismos
los que tomen la decisión de quitarse de en medio…
Sin embargo, al mismo tiempo que la cultura de la muerte parece
imponerse, el mensaje de Cristo continúa abriéndose camino en nuestros
días. Jesucristo se revela cada vez como más necesario y decisivo,
para todos aquellos que buscan el sentido de la existencia".

Keka Lorenzo de Astorga

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