La Corte Europea de Derechos Humanos con sede en Estrasburgo, ha dictado sentencia favorable a una madre italiana que reivindicaba la retirada del Crucifijo de las aulas del Instituto en el que estudian sus hijos. ¿Motivo? La salvaguardar del derecho a la libertad religiosa de los alumnos. El plural sobra.
Considero que la sentencia no tiene sentido, ya que es evidente que nadie está obligado a adherirse al significado último del crucifijo. Pero cualquier persona, sea creyente o no creyente, puede reconocer el valor de civilización que implica este símbolo universal. El crucifijo es el mayor canto a la libertad religiosa, porque representa al Dios hecho hombre, que manifiesta su poder a través del sacrificio y la muerte en cruz. Exigir su retirada de los espacios públicos es un modo de negar el derecho de ciudadanía a las creencias religiosas y de convertir dichos espacios en un vacío que nada tiene que ver con la auténtica libertad.
Esta medida prohíbe contemplar el crucifijo a la inmensa mayoría de creyentes de un país, de una comunidad, de un centro educativo. Los principios de uno se imponen a los demás, eso, a mí entender, es una dictadura. Supongo que la Corte Europea de Derechos del Hombre ha tenido en cuenta una medida tan poco democrática.
Jesús D Mez Madrid
sábado, 7 de noviembre de 2009
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