martes, 29 de mayo de 2012

La Fundación Autor recupera la figura de Rafael de León en un libro de Romualdo Molina


La obra reivindica al poeta y compositor sevillano ahora
que se cumplen 30 años de su fallecimiento


LAEDICION.NET.-:/ Redacción.-La Fundación Autor de la SGAE acaba de publicar el libro Rafael de León, el más recordado de los olvidados y viceversa, escrito por Romualdo Molina (Sevilla, 1934). La obra reivindica la figura de un compositor con mayúsculas, de un autor ignorado por muchos y al que otros sitúan dentro de la Generación del 27 por derecho propio. No en vano, la influencia de su poesía en la cultura popular y en el imaginario colectivo ha llegado hasta nuestros días. De hecho, la copla del siglo XXI, esa que cantan artistas de la talla de Diana Navarro, Pastora Soler, Pasión Vega, Estrella Morente, Buika o Miguel Poveda, bebe con orgullo del legado de un creador del que ahora se cumplen 30 años de su muerte.
La Fundación Autor de la SGAE acaba de publicar el libro Rafael de León, el
más recordado de los olvidados y viceversa, escrito por Romualdo Molina
(Sevilla, 1934). La obra reivindica la figura de un compositor con mayúsculas,
de un autor ignorado por muchos y al que otros sitúan dentro de la Generación
del 27 por derecho propio. No en vano, la influencia de su poesía en la cultura
popular y en el imaginario colectivo ha llegado hasta nuestros días. De hecho,
la copla del siglo XXI, esa que cantan artistas de la talla de Diana Navarro,
Pastora Soler, Pasión Vega, Estrella Morente, Buika o Miguel Poveda, bebe con
orgullo del legado de un creador del que ahora se cumplen 30 años de su
muerte.
Un breve repaso a su vida

Rafael de León (Sevilla, 1908 - Madrid, 1982) nació en el seno de una familia
de la aristocracia andaluza y ya desde muy pequeño sintió una fervorosa
devoción por la música, que hacía posible gracias al piano de cola que había en
su mansión hispalense. Quiso el destino que coincidiera con Rafael Alberti en un
colegio de los Jesuitas en Sanlúcar de Barrameda, centro donde estudiaría años
antes el también poeta Juan Ramón Jiménez.

Después de pisar distintos internados y de conocer de cerca la incipiente
belle époque sevillana, en 1926 inició en Granada los estudios de Derecho,
donde conoció a Federico García Lorca, con el que trabaría amistad. Fue allí, en
la mágica ciudad del Albaicín, donde escribiría sus primeras letras de canciones
y poemas.

Al poco tiempo colaboraría con Antonio García Padilla, alias Kola –padre de
Carmen Sevilla–, con el que hizo sus primeros trabajos como letrista, lo que le
permitió entrar en el mundo de la creación artística, tan reñido con la
aristocracia.

Después de hacer el servicio militar en Sevilla, época en la que conoce a la
que pondría voz a muchas de sus obras, Concha Piquer, en 1933 decide
trasladarse a Madrid, según explica a sus padres, para preparar unas
oposiciones. En la capital, comienza a frecuentar los ambientes bohemios y a
ganarse la vida como pianista de un café-cantante. Allí lo descubre una noche
Manuel López-Quiroga, con el que pronto inicia una fructífera relación
profesional a la que se uniría, posteriormente, el autor teatral Antonio Quintero.
Así nace el prolífico trío Quintero-León-Quiroga, con miles de obras en su
haber.

Han cantado sus versos –Rocío, Y sin embargo te quiero, Ojos verdes, La
Zarzamora, María de la O... –las más grandes voces de la canción popular del
siglo XX: Imperio Argentina, Estrellita Castro, La Argentinita, Concha Piquer,
Miguel de Molina, Lola Flores o Rocío Jurado, entre otras muchas.

En plena Guerra Civil, Rafael de León pasa una temporada en la cárcel, en
Barcelona, acusado de monárquico y derechista. Tras el final de la contienda,
su producción adquiere gran popularidad, pues se ve con buenos ojos un
catálogo muy influenciado por los rasgos andaluces. Es en este periodo cuando
Rafael de León, que goza ya de gran fama, aporta su trabajo a la
cinematografía y al teatro, además de a la canción. La copla creció en altura al
valerse de la influencia latina, alimentándose de tangos, boleros o corridos
mexicanos.

Ya en los años sesenta, el folclore popular comenzaría a convivir con las
corrientes anglosajonas que tanto influirían en las nuevas generaciones, algo
que se ha repetido hasta nuestros días. Aún así, Rafael de León seguiría
escribiendo para artistas como Nino Bravo, Raphael, Rocío Dúrcal, Rocío Jurado
o Isabel Pantoja, fiel a su libreto...


Una primera lectura de la obra de Romualdo Molina
A partir de los mimbres que sugiere esta biografía, Romualdo Molina pone de
manifiesto la importancia que tiene el poeta y autor sevillano en la evolución de
nuestra cultura.

En sus más de 500 páginas, documentadas con una rica bibliografía,
Molina propone un viaje por la España del siglo pasado. Así recorre
espectáculos, parando en cafés y lugares de reunión, tararea canciones
populares y se cita con grandes personajes que revelan curiosas anécdotas. Tal
y como expone el escritor y periodista Santiago Castelo en un inspirado
prólogo: "Al hilo de la vida de Rafael de León, Romualdo Molina ofrece al lector
una especie de cinematógrafo por el que desfila la España del siglo XX con sus
poetas, cantantes, intérpretes, espectáculos, comidillas… Aquí están sus
poemas y coplas, y las fichas exactas de los espectáculos con sus elencos y
datos curiosísimos, y los cortometrajes, y los entresijos de aquella España
farandulera y viva, sentimental y honda".

En la práctica, llama la atención la concepción que tenía el propio Rafael
de León de la figura del "letrista", y que aparece en el libro: "No me gusta, no
me gusta. 'Letrista', parece el que hace las letras de los mausoleos, me parece
muy triste. Puede ser 'cantablista', como dicen los franceses, 'palabrista', el que
hace los 'paroles', el que hace las palabras".

También resulta curiosa la negociación llevada a cabo por el maestro
Quiroga con los padres de Rafael de León para que su hijo se dedicara a la
carrera artística en Madrid, en detrimento de la abogacía. Ocurrió, según
apunta con humor Romualdo Molina en el libro, tras el éxito de Imperio
Argentina con la famosa copla Rocío: "Con veinticinco duritos al mes para la
pensión, empezará; sólo tres meses; porque al cuarto no tendrá usted que
girarle más dinero: vivirá con los derechos de la SGAE", convencería finalmente
Quiroga al marqués.

Y, ahondando en las trayectorias de las grandes tonadilleras, destaca el
episodio vivido por Estrellita Castro con la reina María Eugenia. Fue durante la
visita de los reyes a Sevilla cuando se produjo este diálogo entre la soberana y
la joven cantante:

-"¿Qué te gustaría ser de mayor?
-Artista, señora.
-Y, ¿qué te gustaría tener cuando fueras artista?
-Una pulsera de brillantes y un mantón de manila.
"Pocos días después", narra Molina, "doña Victoria Eugenia hizo llegar a la
sevillanita su formulado deseo en forma de dos regalos regios".
-Mira, mamá: ya soy artista".


En definitiva, Romualdo Molina profundiza en la obra de Rafael de León y a
partir de aquí recupera el valor de un creador indispensable que,
lamentablemente, como le ha pasado a muchos otros, ha vivido en primera
persona el desequilibrio que se produce, a menudo, cuando en la balanza se
mide el peso de un autor: la popularidad y el cariño de las masas suelen estar
reñidos con el reconocimiento que concede la intelectualidad.


A propósito de Romualdo Molina
Nace en Sevilla el 1 de octubre de 1934, se licencia en Derecho en 1956 y ha
cursado estudios en la EOC y el Instituto de Radiotelevisión Española. De 1955
a 1966 trabaja para Radio Popular de Sevilla y, desde 1967 a 1992, para
Televisión Española, en ambos casos en el área creativa: programación en
general, dramáticos y musicales con aportaciones a la temática flamenca en las
series radiofónicas ¡Flamenco!, Caseta de Feria y Fiesta y Duende; televisivas
Rito y Geografía del Cante y el Baile, La Gran Ocasión, A través del Flamenco,
Leyenda de la Rubia y el Canario, La Buena Música y Arte y Artistas Flamencos,
y como guionista en Totá ná, Aires de Iberia, La Querida, Corridas de Alegría,
Cuento de Danza, La Rubia y el Canario y en la película La Lola se va a los
puertos.

Ha publicado con Miguel Espín Juan Varea, El de la Matrona, Siempre
bailar, De Ida y vuelta, Quiroga, un genio sevillano y, en colaboración con otros
autores, El año de Silverio, Historia del Flamenco, Camarón, cinco años, La
bibliografía flamenca, Rafael Pareja, Huellas del cante, La Niña de los Peines:
patrimonio, cantes y cantaores de Triana y Homenaje al flamenco. Fue
colaborador habitual de la revista El Olivo. Tiene, inéditos, varios volúmenes de
poesía lírica: Facetas (1965), Momentos (1975), Perlas (1983), Llamas (1992) y
Trinos (inacabado). También inéditas las novelas Mártir de Talía (1991), Marina
(1995) e Iniciaciones (1996). Su libro de cantares flamencos La copla sale sola
fue Premio Nacional 1992, en Córdoba. En 2009, en el marco de los XX Premios
de Flamenco, la crítica especializada le otorgó el reconocimiento a la Mejor
Labor de Difusión del Flamenco en Medios de Comunicación por la obra de toda
una vida.

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